Familias Empresarias: Un Paso Adelante

El recientemente celebrado en Murcia XXII Congreso Nacional de la Empresa Familiar organizado por Instituto de la Empresa Familiar (IEF) ha supuesto un año más punto de interés mediático, pero también de inspiración para las familias empresarias.

Los debates de este Congreso nos recuerdan los desafíos que acometen hoy las empresas familiares. La necesaria transformación digital para ganar eficiencia y estar en mejores condiciones de aportar valor a los clientes, el crecimiento empresarial, que bien gestionado permite afianzarse en los mercados globales, como bien puede comprobarse en el caso de los “mittelstand” alemanes, la reinvención de modelos de negocio para adaptarse a los vertiginosos cambios del entorno, la lucha por captar, retener y desarrollar gente de talento, la búsqueda de diferenciación, la expansión internacional o los avances en materia de gobernanza corporativa. Todo ello, además en un ambiente de alta incertidumbre provocada por la confluencia de factores como el interminable Brexit, las guerras comerciales instadas por el presidente Trump contra la UE y China, o la larga inestabilidad política en España. Por más complicaciones que haya en el escenario macro toca seguir explotando de manera eficiente los negocios de hoy y explorando en la búsqueda de nuevas oportunidades. Por ponerle una denominación a esta actitud hablaría de la “italianización” de la clase empresarial.

También las familias propietarias de los negocios familiares deben afrontar retos de calado, como supone armonizar los intereses de las diferentes generaciones que forman su singular ecosistema. Cuestión particularmente compleja hoy cuando es tan habitual que convivan integrantes de tres y hasta cuatro generaciones con muy diferentes cosmovisiones. Cuidar las raíces, trabajar en aras de la unión familiar, es, por tanto, asunto capital en una concepción holística de gobernanza de la familia empresaria. El modelo fundacional basado en el hiperliderazgo difícilmente supera la transición generacional. Por eso la gobernanza de la familia empresaria debe impulsar modelos de multiliderazgo donde haya aportación de valor de las diferentes generaciones de modo que se combine sabiamente la experiencia de los seniors con el papel de agentes del cambio de los pujantes continuadores. Se espera de los dueños responsables de negocios de familia que construyan, no ya protocolos, sino genuinos programas estratégicos familiares que establezcan una hoja de ruta y unos valores compartidos para que, con el necesario alineamiento estratégico, se trabaje en robustecer el legado creando mejores condiciones para la continuidad.

Sin embargo, además de gestionar estos asuntos de enorme trascendencia en clave interna, las familias empresarias deben dar un decidido paso adelante. Vivimos tiempos complejos. Nos han impactado las imágenes de extraordinaria violencia en Barcelona, Santiago de Chile, París, Beirut, Quito o Hong Kong. El profundo descontento que escoden estos movimientos sociales se explica, entre otras cuestiones, por la ausencia de fuertes liderazgos. El mundo está ávido de referente. En muchas familias empresarias se encuentran experiencias de éxito, contribuciones en términos de empleo, progreso y bienestar social y un reservorio de valores que facultan a sus líderes de familias para levantar su voz en medio de tanto estruendo.

En España, las empresas familiares agrupadas en el IEF han dado un paso adelante presentando un manifiesto que aboga por un gran pacto educativo. La educación es un factor crítico para la competitividad y debiera ser prioridad de la agenda estratégica nacional. Una formación de calidad para un empleo de calidad y de futuro. No deja de ser paradójico que, en nuestro país, con tasas de desempleo juvenil inadmisiblemente elevadas, los empresarios no puedan cubrir determinadas posiciones por falta de candidatos con la debida capacitación.

Pero más allá de este movimiento asociativo me permito animar a que cada familia empresaria dé su particular paso adelante. En estos nuevos escenarios de la “Sociedad del Cambio” donde la confluencia de la globalización y la digitalización lo está cambiando todo, las empresas familiares deben abrirse a la sociedad. Así que les animo a definir propósitos que conecten sus compañías con los grandes desafíos de la agenda mundial (cambio climático, desigualdades sociales, desempleo, educación, acceso a la sociedad de la información, salud, derechos humanos, lucha contra la corrupción, despoblación…..).

Charlando con empresarios familiares recientemente me compartían proyectos muy consistentes con su propósito para, por ejemplo, atajar los problemas de acceso a vivienda de los jóvenes en los núcleos urbanos, o para promover que más chicas se animen a estudiar carreras STEM o para organizar la plantación de árboles en sus territorios de proximidad a fin de reducir la huella de carbono o para trabajar con todas las empresas de su cadena de valor con el objetivo de minimizar su impacto ambiental. Ese es el espíritu comprometido que deben promover las familias empresarias del siglo XXI colaborando en un desarrollo sostenible e inclusivo. Así se contempla en el Pacto Mundial de la ONU que invoca a la colaboración público/privada para alcanzar los objetivos de la Agenda 2030. Los líderes de las empresas familiares deben apostar decididamente por este estilo promoviendo iniciativas en sus propias organizaciones y participando en proyectos de cooperación con terceros. Esta nueva filosofía entronca con los postulados del capitalismo consciente que apela a la creación de una comunidad de líderes comprometidos con crear un mundo mejor. La anhelada transición generacional que forma parte de la idiosincrasia de las familias empresarias quedará totalmente comprometida si no se empuja en esa dirección.

Definir un propósito supone trabajar con objetivos profundos y de largo alcance, más allá de la rentabilidad en el corto plazo para el accionista, y que implican a todos los grupos de interés. Pero son las empresas familiares con propósito las que están mejor posicionadas para atraer talento o para generar la admiración de los consumidores. En suma, para ganar competitividad. Dar pasos adelante supone una extraordinaria oportunidad de negocio para las familias empresarias con afán de trascendencia. Por eso, confío en que cada vez más familias se animen con determinación a dar pasos adelante. Ojalá que ese “paso adelante” no quede sólo como recuerdo del brillante eslogan que iluminó la XXII Edición del Congreso Nacional de Empresa Familiar.

 

Manuel Bermejo
Profesor IE Business School y Presidente en The Family Advisory Board