Cinco debates desde la ética para el futuro de España

En 1705 Bernard Mandeville compuso un poema que terminó inspirando uno de los libros fundamentales de nuestra tradición política. La fábula de las abejas fue uno de esos textos sin los que se haría imposible concebir no sólo el siglo XVIII sino, de algún modo, toda la modernidad. Una intuición vertebraba aquel libro y numerosos pensadores prolongaron aquella visión. El texto de Mandeville queda resumido en una afirmación súbita y paradójica que durante mucho tiempo se tuvo por cierta: los vicios privados sirven para construir beneficios públicos. El informe que sigue en las siguientes páginas intentará defender la tesis contraria.

El mundo, y sobre todo las democracias occidentales, se encuentran en un período de redefinición crítica. Desde la caída de las torres de Manhattan en 2001 hasta nuestros días, gran parte de las inercias y de los consensos sobre los que se habían asentado las democracias liberales parecen encontrarse en disputa. Existen, además, innumerables amenazas crecientes que han convertido la gobernanza global en un escenario de complejidad indomeñable. La agenda política se debate entre lo urgente y lo importante y nuestras definiciones se encuentran sometidas a un estrés sin precedentes en las últimas décadas. Esta situación singular se encuentra agravada, además, por una reconstrucción del espacio de opinión pública en el que las redes sociales empiezan a funcionar como un mediador imprevisto. Esta nueva realidad se resiste a ser asimilada desde los nuevos conceptos y son muchos, casi demasiados, los frentes abiertos que van a exigir una máxima responsabilidad desde la política y el ámbito empresarial.

Ante esta nueva circunstancia, desde Ethosfera consideramos urgente reactivar una estrategia clásica y que consideramos imprescindible para intentar proteger el destino de nuestras comunidades. Los mejores hombres y las mejores mujeres de nuestra sociedad civil deben encontrar espacios en los que deliberar con vistas a encontrar soluciones para el conjunto de desafíos estratégicos que nos aguardan. No son los vicios privados sino la virtud privada de personas comprometidas con su entorno político, cultural, medioambiental y social el único recurso con el que contamos para intentar garantizar un futuro más próspero para las generaciones futuras y unas mejores garantías para la convivencia presente. Desde la noche de los tiempos todos los momentos críticos de la humanidad han requerido un concurso de fuerzas semejantes.