Orientación profesional y formación dual
El capital humano constituye probablemente el factor más importante (con un protagonismo creciente) de aquellos que contribuyen a mejorar la competitividad de un país. Las empresas se encuentran en un proceso constante de renovación y reinvención, en el que la innovación constituye un elemento prioritario y en donde las tendencias internacionales marcan el ritmo de los cambios.
Invertir en capital humano es apostar por el individuo, es generar una sociedad con mayor igualdad de oportunidades, y es también estimular un desarrollo económico equilibrado, sostenible, y más adaptado a las necesidades del mercado de trabajo.
El capital humano se asienta sobre dos pilares fundamentales: la educación y la formación. La educación constituye la pieza angular de toda sociedad con vocación de mejorar. Por ello requiere la implicación de todos, empezando por la familia y siguiendo por la Administración y la propia empresa. La educación constituye la base sobre la que se construye la convivencia, los valores, la capacidad de desarrollar los talentos y dar a conocer a los jóvenes las diferentes opciones que pueden ser, el día de mañana, su carrera profesional. La formación, por su parte, se inicia en torno a los 16 años, momento en el que los jóvenes empiezan a escoger entre las diferentes opciones educativas, ya sea dentro de la orientación general (Bachillerato) o la vocacional o profesional (Formación Profesional), y tiene un componente técnico, aunque las empresas cada vez valoran más las habilidades personales y la actitud, como se verá a continuación.
En este informe nos hemos querido detener en la formación como plataforma de salida y de integración hacia el mundo laboral, y analizar la convivencia de las altas tasas de desempleo juvenil con las dificultades de las empresas para encontrar personal adecuado a sus necesidades. Por ello, nos hemos centrado especialmente en la Formación Profesional, entendida como la capacitación profesional de las personas de cara a su incorporación al mercado de trabajo.
En un mundo cambiante, con clientes cada vez más exigentes y en donde la competencia crece a nivel internacional, las empresas demandan jóvenes que mues- tren su compromiso con el proyecto, ganas de aprender y de aportar su talento, y valoran con especial atención la experiencia. La formación moderna, la formación 4.0, debe incorporar el aprendizaje en entornos reales de trabajo en la empresa, de forma que los jóvenes aprendan a convivir con los problemas cotidianos con los que se enfrentan, para poder resolverlos mejor cuando se incorporen a la plantilla, a la vez que mejoran su motivación.
Una formación profesional de calidad atrae a más jóvenes, reduce el abandono escolar, mejora la empleabilidad y contribuye a un mejor aprovechamiento del ta- lento. En este sentido, la Formación Profesional Dual constituye un modelo de futuro, ya contrastado en otros países europeos, que puede contribuir a reducir el desajuste actual entre oferta y demanda del mercado de trabajo, especialmente entre los jóvenes, modernizar y actualizar el sistema de FP.